miércoles, 10 de agosto de 2011

Quizá tendríamos que haber aprendido más de los cuentos.

Erase una vez en un país lejano, un joven príncipe que vivía en un resplandeciente castillo. A pesar de tener todo lo que podía desear, el príncipe era egoísta, déspota, consetido. Pero, una noche de invierno llegó al castillo una anciana mendiga. Y le ofreció una simple rosa, a cambio de cobijarse del horrible frío. Repugnado por su desagradable aspecto, el príncipe despreció el regalo y expulsó de allí a la anciana. Pero ella, le advirtió que no se dejara engañar por las apariencias, porque la belleza se encuentra en el interior. Y cuando volvió a rechazarla, la fealdad de la anciana desapareció dando paso a una bellísima hechizera. El príncipe trató de disculparse, pero era demasiado tarde. Pues ella ya había visto que en su corazón no había amor.


Las apariencias engañan, porque al fin y al cabo, la belleza está en el interior.

1 comentario:

  1. Tio, me encantan todas las entradas que haces en serio.
    Chocho te quiero.

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